miércoles, 4 de julio de 2018

CÓMO PREVENIR Y ENFRENTAR LOS RIESGOS EN LA ADOLESCENCIA



Laura Gutman, terapeuta y autora argentina, experta en crianza y maternidad sostiene que  “El desamparo de los niños y niñas  se hace socialmente visible, unos años después, en la edad de la adolescencia”. Esto tal vez explique por qué muchas personas adultas al escuchar la palabra adolescencia, casi invariablemente respondan con un comentario o un gesto que refleja la proximidad de un panorama complicado, crítico y desalentador.  

Aunque a la adolescencia se le atribuye toda suerte de connotaciones negativas y difíciles de sobrellevar, la realidad es que, no es en sí misma una edad que deba traer más problemas que otras edades. Son las circunstancias en que las necesidades de abrazo, contacto, mirada, calor, conexión, atención, durante la infancia fueron o no cubiertas, las que luego devienen en problemas (muchas veces graves) durante la adolescencia.  

La pérdida causada por el desamparo experimentado durante los primeros años de vida, brota en toda su dimensión cuando el niño o la niña van ganando el tamaño físico y la autonomía suficiente para rebelarse y manifestarlo.  Es por eso que resulta de vital importancia, si queremos construir un mundo más amable, menos violento, más sano y armónico, atender oportunamente las necesidades desde que están en el vientre materno y en sus primeros años de vida, para que luego se realicen como adolescentes sanos y sanas, capaces de erigirse sobre sus propias virtudes.
 
La  adolescencia por tanto no debería considerarse como un problema y debería ser apreciada y valorada como un período más dentro del proceso evolutivo que, sea dicho de paso, todas las adultas y los adultos han  experimentado y atravesado en algún momento de sus vidas, pero que al parecer se relega.  La adolescencia según algunos expertos, se inicia aproximadamente a la edad de doce (12) años y se prolonga hasta la llegada de la adultez (aproximadamente a los dieciocho (18) ó veintidós (22) años).  Consecuentemente, hablamos de un período de cambios físicos, biológicos, psicológicos que marca la transición de la niñez a la adultez,  lo cual muchas veces confunde al mismo adolescente quien no sabe cómo expresar lo que le pasa y que a veces es la razón que explica el porqué las y los jóvenes opten por conductas o actitudes que constituyen motivo de queja por parte de sus padres, madres y familiares. 

La adolescencia es una edad donde las hormonas surgen y con ello los  y las jóvenes  buscan  las primeras experiencias sexuales, lo cual no es negativo, ni positivo “es normal”.
Sin embargo, él y la adolescente producto de una educación sexual improcedente e inconveniente, suele iniciarse en una vida sexual sin tomar las previsiones precisas para evitar consecuencias no deseadas, como es  el embarazo adolescentes entre otros.

Recibir la atención, conexión, buen trato, la escucha activa, el amor, respeto claras normas de convivencia sana, durante la infancia, puede traducirse al no contacto con el tabaco y otras drogas ampliamente distribuidas en nuestro medio social, con frecuencia hasta bien vistas y aceptadas, como es el caso del alcohol.  A todo este escenario se suma la llegada de las fiestas  y salidas nocturnas en un país como Venezuela donde los índices de criminalidad encabezan las cifras del ranking internacional.  

Aun y en situaciones adversar  debemos ser personas resilientes aquellas que poseen y desarrollan  habilidades  para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa, productiva y feliz.


El mayor valor de la vida no es lo que consigues. El mayor valor de la vida es en lo que te conviertes.     Jim Rohn.
             


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Equipo PYDE





Fuente  Bibliográfica: Berna Iskandar. La crianza de nuestros niños, niñas y adolescentes, como realizarla sin violencia.







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